Cada pueblo posee una cultura propia que lo identifica plenamente e incrementa el valor de la misma cuando se tiene una genuina relación con el pasado. Esto constituye la tradición, que es un todo aprendizaje transmitido de generación en generación. La herencia más hermosa que reciben los pueblos y los hombres de sus antepasados lo constituye el Patrimonio histórico cultural que agrupa las obras creadas por sus sabios, arquitectos, músicos, artistas, escritores, artesanos, escultores, y todas aquellas manifestaciones que dan sentido a la vida y definen la identidad. Este patrimonio esta representado en los bienes materiales tangibles e intangibles de cada lugar sus monumentos históricos, obras de arte, literarias, cuentos, leyendas, danzas, costumbres, mitos, etc.

miércoles, 19 de mayo de 2010


TANAGRA

Nombre femenino
1 Estatuita de arcilla cocida semejante a las halladas en Tanagra, antigua ciudad griega.
2 Pájaro cantor de 10 a 35 cm de longitud (según las especies), pico corto y cónico, y plumaje llamativo que combina colores vivos y variados; hay varias especies, todas propias de América: la tanagra escarlata tiene un bello plumaje.
El descubrimiento de las Tanagras
Estas estatuillas griegas de terracota policromada deben su nombre de Tanagras al lugar donde se descubrieron. Estas piezas de la Grecia clásica vieron la luz de manera fortuita durante el invierno de 1870-71, cuando fueron halladas por unos campesinos en los campos y colinas que rodean el actual emplazamiento arqueológico de Grimadha, en Beocia, región al norte de Atenas.
Las estatuillas de terracota, y el arte de Beocia en particular, eran ya conocidos en esa época, pero estas representaciones se distinguían por su calidad en la escultura, su gracia y sobre todo por su aspecto tan familiar para la sociedad de finales del siglo XIX, entre la que pronto triunfaron. Las Tanagras se convirtieron de este modo en el símbolo de una nueva antigüedad que mostraba, a través del perfil de sus mujeres, jóvenes y niños, la cotidianidad de la vida. Todos los grandes museos europeos y coleccionistas empezaron a disputarse estas piezas.
Desde su aparición, las Tanagras se benefician de una publicidad considerable, en especial en la Exposición Universal de París de 1878. Las figuritas se convirtieron en objeto de deseo de los coleccionistas burgueses, quienes se sentían hechizados por la delicadeza de las obras.
Los marchantes atenienses monopolizaron rápidamente el mercado, estableciéndose como únicos intermediarios entre los campesinos de la región y los posibles compradores, e incluso patrocinando algunas exposiciones. El entusiasmo por las Tanagras conlleva, desde 1880, la multiplicación de los participantes en el negocio. En medio de esta fuerte competencia por la adquisición de las Tanagras, el Louvre se convirtió en el primer museo europeo en adquirir estas piezas en 1872.
Origen: entre Atenas y Tanagra
Tanagra fue y sigue siendo el nombre de una ciudad de la región griega de Beocia, que conoció su máximo esplendor después de la destrucción de su rival más cercana, Tebas, a manos de Alejandro Magno en el 335 a.C. Aunque esta ciudad ha dado nombre a las figuras de terracota, éstas no fueron creadas en Tanagra, sino en Atenas durante la segunda mitad del siglo IV a.C.
Beocia, desde la época micénica (siglos XIV-XII a.C.), durante la cual se descubre que jugó un papel muy importante, muestra un gusto innegable por el trabajo de la arcilla (sarcófagos, vasos, estatuillas). La exposición comienza, sin embargo, con las obras creadas en el siglo VIII a.C. en un taller de Tebas especializado en la confección de grandes vasos funerarios y extraños ídolos en forma de campana que, gracias a sus piernas móviles, guiaban supuestamente a los niños en el camino hacia el otro mundo. Los artesanos beocios nunca perderán el gusto por el modelado plástico, que se mezcla muchas veces con una cierta fantasía, tanto en sus vasos como en sus estatuillas.
Durante todo este periodo en realidad, Beocia está bajo el mando, de su poderosa vecina, Atenas, que hasta el siglo IV a.C. marcó la tónica, tanto en la esfera política, como en la económica y artística. Es en estos talleres donde se ponen a punto los nuevos motivos que triunfaron en la época, además de la cerámica de figuras rojas que durante varias décadas más continuará ensalzando la gloria de la ciudad. Todos ellos serán difundidos conjuntamente por las mismas redes comerciales en todo el perímetro del mediterráneo.
En el origen de las Tanagras, aparecen tanto las estatuillas de actores de teatro, que juegan un papel muy importante en la sociedad ateniense de la época en torno al dios Dioniso, como los vasos llamados plásticos y las estatuillas de bailarinas con velo. Los primeros permiten a los artesanos introducir nuevos caracteres en la iconografía de las estatuillas de terracota hasta entonces muy codificada y reservada a la representación de divinidades y figuras orantes: la vieja niñera, el pedagogo, los niños son nuevamente el motivo. Aplican también innovaciones técnicas, como el molde bivalvo, que permite obtener el verso y el reverso esculpidos, y así hacerlos más aprovechables.
Abandonando las historias pintadas, los artesanos áticos empezaron a ornamentar los vasos con relieves cada vez más exuberantes con colores tornasolados después de la cocción. Muy pronto el relieve se transforma en estatuilla independiente y las múltiples figuras, que muchas veces se disputan el espacio decorativo del vaso, se resumen en una sola. Del mismo modo, en la primera mitad del siglo IV a.C., la bailarina con velo, cuyo estilo se inspira en las esculturas atenienses, se convierte en un tema privilegiado. Ninfas, ménades (seguidoras de Dioniso), posiblemente relacionadas con ritos nupciales son el preludio de todas las estatuillas que componen el gran cortejo de las Tanagras.
Las mujeres envueltas en drapeados, que el siglo XIX designará como Tanagras y que están inspiradas sobre todo en las creaciones del gran escultor ateniense Praxíteles, nacen hacia el 340 a.C. en Atenas. Es el caso de Dama de azul (ver imagen), que será uno de los motivos más difundidos y el más copiado de todo el Mediterráneo.
Las figuras gozarán de un fervor particular en algunos lugares de Grecia, como en Alejandría, fundada por Alejandro Magno en el 331 a. C., o en Tarento, en el sur de Italia a partir del final del siglo IV a.C. Sin embargo será Tanagra la que permanecerá como el centro productor de más calidad, como atestiguan ciertas obras destinadas exclusivamente a un uso funerario, como por ejemplo las mejores representaciones de la colección: Dama de azul, cuya túnica azul tiene la superficie decorada por un excepcional ribete hecho con pan de oro, o La Sofocleana , versión en miniatura de una estatua esculpida en Atenas en honor de Sófocles, cuya importancia y calidad nos hacen olvidar la pérdida de la policromía que la decoraba. En torno a esas dos obras se pudieron reagrupar, a partir de un análisis estilístico y de la arcilla, muchas piezas de la colección del Louvre.
Finalidad: del rito a la decoración
Aunque la finalidad funeraria era la principal, nunca fue exclusiva. Estas estatuillas han sido halladas tanto en santuarios, como en interiores de algunas casas. Mantendrán a pesar de ello la función religiosa, pero su desaparición -variable según las regiones pero que podemos situar en torno a principios del siglo II a.C.- coincide en el mundo griego con una voluntad decorativa de los palacios, que más tarde serían ricas residencias.
El estudio del contexto en el que fueron descubiertas las Tanagras muestra que estaban dedicadas a divinidades que regían la protección del niño, sobre todo en la etapa del paso a la edad adulta, o de la joven casada y futura madre. Estas figuras acompañan muy pronto las conquistas hacia el este del nuevo conquistador de Grecia, Alejandro Magno, convirtiéndose así para los nuevos habitantes de la Koiné griega en el símbolo de los valores que el poder ascendente romano hará desaparecer.




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